Es un factor de riesgo laboral reconocido por la OMS, que afecta principalmente a profesionales de la salud. Tiene mayor incidencia en situaciones de crisis.
Por: Rubén Sajem (*)
El burnout es un síndrome que se expresa como agotamiento, cansancio, malhumor, fatiga crónica, irritabilidad y alteraciones en el sueño. El agotamiento emocional puede manifestarse como anhedonia (incapacidad para experimentar placer o buscar sensaciones placenteras), y con el tiempo quienes lo padecen pueden ser proclives a cursar trastornos de ansiedad (con crisis de angustia –ataques de pánico-, episodios de miedo o ansiedad) o del estado de ánimo (por ejemplo, depresión).
Es una respuesta física y emocional a una forma particular de estrés laboral que sufren los profesionales de la salud que están en contacto con personas. Desde que se describió el síndrome, llamó la atención su alta incidencia en médicos, enfermeros y demás personal de sanidad.
Este padecimiento está relacionado con la falta de posibilidad de dar respuestas a los pacientes, es una forma de autoevaluación crítica negativa. El profesional “cosifica” a sus pacientes, los deshumaniza, los empieza a tratar como cosas y no como a personas, y esto repercute en su propia autovaloración como profesional y determina su endurecimiento afectivo.
Factores altamente estresantes son el sentimiento de ineficacia en la actividad que se desarrolla, el poco reconocimiento que se obtiene en el rol laboral y la falta de autonomía en las decisiones.
A los fines de su individualización, para posibilitar su diagnóstico correcto y el tratamiento adecuado (y para que sea reconocido también por la seguridad social), se ha solicitado recientemente que se incluya al burnout en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como un problema asociado específicamente a la condición laboral.
Los profesionales afectados manifiestan sentirse cansados, sin fuerzas, desgastados emocionalmente (de aquí el término “quemados”) e incapaces de dar respuestas a los pacientes y a las personas a su alrededor. Se llega a una imposibilidad de generar vínculos, que puede extenderse también a los ámbitos personal y familiar, si no se adoptan las medidas necesarias. Pueden manifestarse síntomas compatibles con trastornos de ansiedad o del estado de ánimo. En los casos graves puede llegarse a la despersonalización, a las conductas disociadas de la realidad, a la pérdida de control sobre las emociones y a las respuestas estereotipadas. El burnout, de continuarse, tiene consecuencias nocivas para la salud en general.
Si bien las personas pueden “quemarse” en cualquier trabajo, específicamente se aplicó inicialmente el término burnout al estrés laboral que padecía el personal de sanidad que estaba en contacto con pacientes. Luego se amplió a docentes, empleados de bancos y de empresas de venta telefónica (call centers). Los farmacéuticos están en el grupo de riesgo, por las características de su interacción con los pacientes y las situaciones particulares que enfrentan en el desarrollo de sus tareas.
Existen situaciones sociales, de crisis, en las cuales las personas se “queman”; por ejemplo, el burnout se manifestó con una alta incidencia en el personal bancario durante la crisis financiera de Argentina en el año 2001.
SÍNTOMAS: Fatiga, falta de entusiasmo, malhumor, abatimiento, depresión, desmotivación, imposibilidad de afrontar tareas nuevas o cambios. Actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja (colaboradores, pacientes) y hacia el propio rol profesional. Se empieza a tratar a los pacientes de una manera cínica, deshumanizada, como si fueran cosas y no personas. Se siente que no se puede dar más de sí, a nivel afectivo. Endurecimiento afectivo.
CAUSAS: Es una forma de estrés laboral, por la baja realización personal impuesta por la condición laboral. Burnout puede traducirse por “quemarse por el trabajo”. Es resultado de la falta de placer en el trabajo, de la imposibilidad de poder cumplir con las demandas de los pacientes, y con las expectativas y objetivos laborales. También se relaciona con la falta de oportunidades para el desarrollo de la carrera profesional. El poco reconocimiento, la mala remuneración o un trabajo que interfiere en la vida personal y familiar pueden “quemar” al profesional.
RECOMENDACIONES GENERALES: Modificar las causas, que tienen que ver con la forma en que se lleva adelante el trabajo y las condiciones en que se realiza. Especificar funciones y tareas. Lograr autonomía y autoridad en el trabajo y en la toma de decisiones. Evitar relaciones laborales conflictivas, mejorar el clima laboral, procurar mejoras en la organización de las tareas y evitar la sobrecarga laboral. Promover el trabajo en equipo. Procurar que el trabajo no interfiera en la vida personal y familiar, separando las actividades laborales del resto de las actividades personales y familiares, en la medida de lo posible. Ante la posibilidad de burnout, la primera medida recomendada es limitar el horario laboral.
(*) Farmacéutico, Licenciado en Psicología