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Los fósforos: invento de un farmacéutico

Quería desarrollar un explosivo y obtuvo las cerillas, pero nunca patentó su invento, que luego fue conocido mundialmente.

Fue en la prehistoria cuando alguien, por casualidad, descubrió el fuego. Desde entonces el método de frotar dos palos o el uso del sílex se mantuvo, con determinadas variaciones, hasta que un farmacéutico inglés facilitó el proceso inventando, también de manera accidental, la “cerilla de fricción”.

John Walker, nació en Stock-ton-on-Tees (Inglaterra) en 1781, químico y farmacéutico de profesión inventó la cerilla en 1826 de manera casual al tratar de crear un nuevo explosivo mezclando diversos productos químicos como sulfato de antimonio, clorato de potasio, goma, almidón y azúcar, en un recipiente que movía con un palo.

Al dejar de mover la mezcla comprobó que en la punta del palo quedaba un residuo sólido que trató de limpiar rascando en el suelo y…prendió. ¡Había inventado la cerilla!, pero desafortunadamente no se le ocurrió patentar el invento. Gran error, porque durante una demostración de las cerillas en Londres, un tal Samuel Jones vio el potencial de este producto al que llamó “cerillas lucifer” o “lucíferos”.  Tras patentar el invento, empezó a vender los palillos dentro de una pequeña ampolla de cristal hermética en cuyo interior se introducía ácido sulfúrico concentrado. Al romper la ampolla con una tenacilla el ácido entraba en contacto con el compuesto de clorato potásico, azufre y azúcar de la cerilla y se producía la combustión.

El negocio resulto muy rentable y, según cuentan las crónicas de la época, subió la venta del tabaco porque facilitaba prender el cigarro. Aunque parece que las conocidas popularmente como “astillas inflamables” resultaban más perjudiciales que el tabaco, por lo que en las cajas se incluía la siguiente leyenda “Procure no inhalar el gas, sobre todo las personas de pulmones delicados deben abstenerse de utilizar lucíferos”

Aunque John Walker no consiguió la gloria en vida, la ciudad de Stockton-On-Tees en el condado de Durham, quiso homenajear al inventor de la cerilla inaugurando una estatua en 1977. Un busto que, ironía de la vida, acaban de descubrir que no corresponde a su insigne vecino. Parece que el farmacéutico inglés tampoco patentó su retrato.

Fuente: COFM - Blog

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